Este curso, ya de por sí convulso y diferente, empezaba en septiembre con una despedida. Una despedida agridulce, contenida en lágrimas que aunque deberían ser de júbilo, se convierten en tristeza por la jubilación de una compañera que ha hecho de su vida un compromiso constante con la Educación Permanente.
Josela Maturana, que ha puesto poesía al día a día del centro; que ha sido la conciencia luchadora de los derechos de las mujeres más desfavorecidas; que ha dado sentido de servicio a la labor política; que nos ha hecho soñar con un mundo donde la cultura nos libere y nos abra puertas a un mundo más solidario y abierto, va a dejar de dar clases en este centro, pero su presencia y su mensaje seguirá haciéndose vida cada día en nuestro quehacer diario.
Con este poema escrito por nuestra compañera Marisol, le hicimos un pequeño homenaje.
Gracias infinitas, Josela!!!